Balouza alle rose e pistacchi / Balouza con rosas y pistachos

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Aveva un enorme pancia, i baffi scuri, le sopraciglia folte, il naso grande, e uno sguardo profondo.
Era vestito con una specie di completo kaki quasi militare ma senza ori e stellette e gradi.
Ci venne a prendere per quell'ultimo viaggio tra Alessandria e il Cairo, quando giá  bauli e sogni erano giá stati spediti in Europa, per condurci con una automobile nera sino al cuore della capitale guidando attraversando un caotico caos di auto, carrette, camion con il carico slegato, pedoni, tutti anarchicamente disposti negli incroci, e nelle vie,  correndo poi accanto al lungo Nilo dove le feluche scivolavano ignare del rumore delle rive.
Arrivammo in un'isola felice, piena di alberi, pace e un'architettura quasi domestica per essere un hotel internazionale, da cui uscimmo quasi imediatamente perché i miei genitori come ultimo omaggio al paese che ci aveva ospitato con generositá ci hanno regalato una visita intensa e piena per i gioielli al Cairo.
L'Autista, perché solo cosí lo conoscevamo, ci guidó con passo sicuro e attento nel Khan Khalil, il suk, il mercato del Cairo.
E li´ con sguardo concentrato, la monumentale mole ci guidó attraverso una specie di labirintico paradiso della contrattazione pieno di colore, odore, sapori oggetti, donne semivelate, uomini in galabeya, passando da un mare di ciaffi, come avrebbe detto mia nonna, a finisime filigrane, da profumatissime spezie a banali plastiche. Passavamo in questo caos colorato e vivo sempre con la protezione vigile dell'Autista che con solo un impercettibile movimento del sopracciglio faceva abbassare il prezzo.
Non abbiamo mai saputo quale fosse il vero lavoro dell'Autista, ma sappiamo che per tre giorni é stato come specie di olivastro angelo custode, un po' in carne.
Un notte ci guidó verso un altro hotel internazionale, uno di quelli pieni di dorata ostentazione, di lusso non necessario che nella mia giovane adolescenza mi irritó profondamente pensando che fuori a pochi passi c'era tanta gente sommersa nell'indigenza. Ma ero molto giovane e l'indignazione era ancora lontana dall'essere rassegnazione.
Abbiamo cenato e a un certo punto della cena si abbassarono un po' le luce e inizió a suonare una ritmica musica orientale, in cui i violini iniziano una accompagnano le percussioni e i fiati in una trasformazione da melodica a ritmica quasi violando la loro natura e apparve lei.
Lei aveva un succinto abito da odalisca verde, le monetine piccolissime legate alle catenine d´oro decoravano seni e fianchi e le caviglie, si muoveva con una forza liquida, le braccia fluide e i fianchi indipendenti, il ventre che disegnava nell'aria deglin otto ritmici e suggeriva morbidezze e tensioni.
I piedi nudi come un privilegio, per qualche strano motivo facevo immediatamente riportare lo sguardo verso i suoi occhi, intensi, scuri, allegramente concentrati in una danza antica.
La mani il corpo, il sorriso, la dignitá, l'insinuazione. In un attimo ho capito cosa fosse la seduzione anche di se stessi, l'attimo di consapevole gioia del proprio corpo cullato dalla musica.

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La  Balouza é un raffinatissimo dolce al cucchiaio mediorientale.
E' fatta di nulla, una gelina eterea profumata di rose o di fiori di arancio.
E' un dolce che riporta subito a un hamman, rinfrescante, opalina e in cui la frutta secca si incastona come pietra preziosa.
Quando é ben fatta la balouza é si muove come il ventre di una ballerina, oscillando in modo sodo e compatto, ma morbido.
La ricetta é di Claudia Roden, unne delle mie foodwriter favorita (ma é un questione biografica, come forse qualcuno ha potuto notare) e la trovate nel libro La cucina del medio oriente e del Nord Africa
L'unica modifica che ho apportato é che ho messo in infusione nell'acqua le rose.

BALOUZA alle rose

• 1 tazza di amido di mais
• 8 tazze di acqua
• 2 tazze di zucchero
• 1/2 tazza di acqua di rose
• una manciata di petali di rose (commestibili)
• un manciata di pistacchi senza sale
• Rose e petali di rosa per decorare

In un pentolino mettere quattro tazze di acqua e l'amido di mais, far sciogliere perfettamente a freddo l'amido e poi unire il resto dell'acqua e lo zucchero.
Scaldare  la preparazione mescolando costantemente a fuoco medio/basso sino a che non si veli il mestolo.
Unire l'acqua di rose e cuocere ancora per due o tre minuti.
Versare il composto nelle coppette, unire i pistacchi e i petali di rosa e riporre al fresco per qualche ora.

Assaggiare con piccole cucchiaiate, poco a poco ascoltando questo:

Girovagando nel web alla ricerca di altre notizie sulla Balouza ho incontrato anche i bellissimi post di Artemisia Comina, piccoli raffinato gioielli di cultura del cibo.

Con questo post partecipo al contest di Stefania Grazie dei fiori delle (Str)enne senza glutine

e dato che ci sono allo Starbooks di Menú Turistico

BALOUZA de rosas y pistachos

Tenía una enorme barriga, bigote negro, cejas pobladas, nariz grande, y una mirada profunda.
Estaba vestido con una especie de uniforme casi militar de color caqui pero sin oro, estrellas o grados.
Nos vino a buscar para ese último viaje entre Alejandría y El Cairo, cuando los baúles y los sueños ya se ya se habian enviado a Europa, para llevarnos con un coche negro en el corazón de la capital manejando a través de un desorden caótico de coches, carros, camiones con carga desatada, peatones, todos anárquicamente dispuestos en las intersecciones, y en las calles, y después, corriendo a lo largo de la costanera del Nilo, donde se deslizaban los faluchos ajens al ruido de las rivas.
Llegamos a una la isla de paz, llena de árboles, con una arquitectura casi doméstico por ser un hotel internacional, de la que salimos casi de inmediato, porque mis padres como un último homenaje al país que había acogido con generosidad visita nos regalaron una visita intensa y a las joyas de El Cairo.
El Chofer, porqué solo con este apodo lo conocimos, nos dirijo con confianza y firmeza en Khan Khalil, el suj, el mercado de El Cairo.
Con una mirada concentrada, su figura monumental nos guió a través de una especie de paraíso de las negociaciones,  laberíntico lleno de colores, olores,   con mujeres cubiertas con velos y  hombres con galabeya, pasando de un mar de cachibaches,  a finísimos trabajos de orfebre, de las especias fragantes a los plásticos triviales.
Pasamos en este confusiones de colores y vida siempre con la protección alerta del Chofer que con sólo un ligero movimiento de la ceja hacia bajar los precios.
Nunca supimos cual fuera el verdadero trabajo del Chofer, pero sabemos que durante tres días fue como una especie de ángel de la guarda con piel de aceituna, y un poco gordo.
Una noche nos llevó a otro hotel internacional, uno de aquellos llenos de ostentación dorada, de lujo no  necesario que en mi joven adolescencia me irritó profundamente, pues pensaba que a pocos pasos de ahí tantas personas estaban sumergidas en la pobreza absoluta.
Pero era muy joven y todavía la indignación estaba muy lejos de ser resignacion.
Cenamos en un momento dado bajaron a  luz y comenzó a tocar una música rítmica oriental, en el que los violines comienzan un acompañamiento con las percusiones y los instrumentos de viento en una transformación de melodica a  rítmica  casi trasfigurando su naturaleza y aparecíó Ella .
Ella tenía un vestido de odalisca verde, las moneditas ligadas a las pequeñas cadenas de oro decoraban los pechos y las caderas y los tobillos, se trasladaba con fuerza  líquida, que fluye a los brazos y las caderas de forma independiente, dibujando ochos en el aire con el vientre. que sugirian la suavidad y la tensión.
Los pies descalzos, como un privilegio, por alguna extraña razón, hacian devolver la mirada a sus ojos, intensos y oscuros y alegremente concentrados en una antigua danza .
Las manos, el cuerpo, la sonrisa, la dignidad, la insinuación. En un momento comprendí lo que era la seducción también de nosotros mismos, un momento de alegria consciente del cuerpo mecido por la música.

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El Balouza es postre un muy refinado de Oriente Medio.
Está hecho de nada,una gelatina con aroma  etéreo de las rosas o de flores de azahar.
Es un postre que nos leva a los baños turcos, fresco, opalino, en el que los frutos secos se incrustan como piedras preciosas.
Cuando está bien hecho el balouza se mueve como el vientre de una bailarina, balanceando muy duro y compacto, pero blando.
La receta es de Claudia Roden, una de mis foodwriter  favoritas  (es tambien una cuestión biográfica, ya que tal vez alguien pudo haber notado) y se encuentra en el libro La cocina de Oriente Medio y África del Norte.
El único cambio que hice es que hice una infusión las rosas.

BALOUZA

• 1 taza de almidón de maíz
• 8 tazas de agua
• 2 tazas de azúcar
• 1/2 taza de agua de rosas
• un puñado de pétalos de rosa (comestibles)
• un puñado de pistachos sin sal
• Rosas y pétalos de rosa para decorar

En una olla poner cuatro tazas de agua y el amindón de maíz, disolver bien en almidón y luego agregar el agua restante y el azúcar.
Cocinar revolviendo constantemente la preparación a fuego medio / bajo hasta se nape la cuchara.
Unir el agua de rosas y cocinar durante dos o tres minutos mas.
Vierta la mezcla en pequeños bols, añadir los pistachos y los pétalos de rosa y reservar  lugar en un lugar fresco durante unas horas.
Saborear con una cuchara pequeña, poco a poco de escuchar la cancion que esrá arriba.


Paseando por la web en busca de más noticias sobre Balouza también encontrés la hermosas entradas de Artemisia Comina , pequeñaa joyas de cultura de la comida.

Con este post voy participar en el concurso de Stefania 

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